domingo, 4 de noviembre de 2007

VIH como oportunidad

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Victor Frankl desarrolló sus teorías a partir de sus propias experiencias en los campos de concentración nazis. Observando quien sobrevivía y quien no a las dificultades que presentaban los campos de concentración, llegó a la misma conclusión que el filósofo Friederich Nietzsche: Quienes tienen un por qué para vivir, aun cuando se presente adversidad, resistirán.

Su experiencia fue que las personas que tenían esperanzas de reunirse con seres queridos o tenían algún proyecto inconcluso, o los que tenían una gran fe, parecían tener mejores oportunidades que los que habían perdido toda esperanza.

El ser humano se encuentra orientado al encuentro y realización de un sentido para su vida, lo que constituye la esencia de la existencia humana.

“Lo que el ser humano quiere realmente no es la felicidad en sí, sino un fundamento para ser feliz”.

Como buscamos el sentido, el sin sentido es un agujero y al sentirlo sentimos ganas de salir corriendo. Este vacío es lo que se ha dado en llamar vacío existencial. El aburrimiento, según Frankl, sería un signo del vacío existencial.

Tratamos llenar nuestros vacíos, pero las cosas con las que lo intentamos producen algo de satisfacción, pero siempre esperamos que nos provea la gran satisfacción.

Este deseo de sentido se orienta en la búsqueda de fundamento de la vida. Es la motivación primaria, base de la conducta humana.

Existen diferentes caminos para conectarse con los deseos de sentido:

1.- A través de los valores experienciales, o vivenciar algo o alguien que valoramos.

2.- Proveerse a sí mismo con sentido al llevar a cabo los propios proyectos, que se traduce en comprometerse con el proyecto de su propia vida.

3.- Los valores actitudinales: tales virtudes como la compasión, valentía y un buen sentido del humor, etc.; incluye el logro del sentido a través del sufrimiento (sacrificio).

En este último punto, Frankl entiende la enfermedad como una oportunidad y sostiene que “la enfermedad puede ser asumida como una tarea, al encontrarnos con la responsabilidad de que haremos con ella”. Afirma que tener una enfermedad grave o con connotaciones sociales fuertes corresponde a una de las circunstancias de las cuales se puede extraer sentido.

La persona se orienta a un objetivo determinado. De esta forma es capaz de definir un propósito según el cual definir su conducta; ósea, un objetivo que guíe sus acciones.

La enfermedad sería una situación vital en la que la persona tiene la oportunidad de movilizarse, en pos de encontrar un sentido a su vida, ubicando así la existencia en un plano superior de consciencia y autorrealización.